En Berlín hay un hotel único donde las habitaciones, decoradas por artistas plásticos, no ponen límites al arte. Es un hotel para viajeros artistas, amantes del arte y curiosos en general, donde cada espacio es único y el aburrimiento visual está descartado en las habitaciones –que te pueden gustar o no, porque son atrevidas y sorprendentes, todo lo contrario al Home Staging pensado para adecuarse a todos los gustos-. En el hotel berlinés Arte Luise cada esquina sorprende con algo, como en un museo de arte contemporáneo. Así resumen la experiencia algunas de sus reseñas:
- «Todas las habitaciones son únicas… te hacen sentir como Alicia en el país de las maravillas» (Prince Top Guide),
- «Una visita a Berlín vale la pena solo por este tipo de experiencia» (The New York Times)
- «Cada habitación es un tesoro de creatividad y extravagancia» (The Economist)
- «El arte de la originalidad» (The Telegraph)
- «Casi tan bonito como la capilla sixtina» ( Die•Welt),
- «En el hotel Arte Luise se fusionan la realidad y la puesta en escena» (Berlinen Morgenpost),
- «El hotel con más encanto de Berlín. Precios justos, ubicación espectacular» (Merlian),
- «Hotel con aire de museo» (Quién),
- «Habitaciones con gusto por los sueños» (Suddeutsche Zeitung)
- «Este hotel es un territorio peligroso, ya que te deja anhelando volver» (The Daily Express)
El hotel se encuentra en una ubicación privilegiada en BerlínMitte, junto al edificio del Reichstag y el río Spree, a pocos pasos de la Puerta de Brandenburgo. La estación principal es fácilmente accesible a pie y muchos museos y galerías están a poca distancia. El hotel se creó en un palacio cuidadosamente restaurado de la ciudad neoclásica de 1825. Desde 2003 es un nuevo edificio interesante y con una capacidad total de 50 habitaciones, entre habitaciones individuales, habitaciones dobles y suites. Las habitaciones del hotel son cómodas, amplias, como la zona común en la planta principal.
Según una tradición conocida por la «artista Luise», legendaria precursora de los hoteles actuales, sus habitaciones son arquitectónicamente sencillas pero artísticas. Más de 50 artistas pusieron en práctica sus conceptos espaciales para decorar las habitaciones del hotel, creando refugios que pueden servir al huésped como preludio de los museos y galerías berlinesas o incluso como espacios para encontrar inspiración y desconectar de todo, sumergiéndose en un mundo muy cercano a la fantasía.
Desde el mismo vestíbulo del hotel, diversas esculturas e instalaciones artísticas reciben a los huéspedes. Todo el hotel está dedicado al arte, cada rincón, aunque desde aquí os invito a deteneros en algunas de las habitaciones más curiosas. Todas las habitaciones siguen un concepto artístico, el que respectivamente le haya otorgado el artista autor de cada una de ellas, incluyendo muebles y demás equipamiento. No hay dos habitaciones iguales, cada una es única, una «galería de arte para estar».
El dormitorio de Vincent:
En 1888, mientras vivía en Arles, Vincent Van Gogh pintó la habitación donde vivía, en un cuadro que se ha hecho mundialmente conocido. La artista Irene Hoppenberg ha llevado a la realidad el famoso cuadro bajo su propia mirada. Tal y como explica, el color amarillo es un tema visible en la obra del artista: el color de la luz, el color del sur. Hay que atribuirlo a su conexión con Vincent van Gogh, que se trasladó a Arles, en el sur de Francia, a causa de la luz especial, de su vivo color amarillo.
Fue allí, en Francia, donde se crearon muchas de las imágenes más conocidas de Van Gogh, no solo el cuadro de la habitación pero, tras salir del hospital en 1889, el artista dijo que cuando vio sus lienzos de nuevo después de su enfermedad, el que más le gustó fue éste.
La casa en que vivía Van Gogh en Arles era de color amarillo y las diferentes pinturas que se representan el dormitorio se han convertido en algunos de sus motivos más famosos. Con las pinturas de Van Gogh en la mano, Hoppenberg aprovechó la oportunidad para crear un espacio real basado en sus cuadros. Las pinturas entonces se convirtieron en un modelo para la habitación real. Con cuadros, muebles desnudos de madera y una simplicidad que está destinada a parecerse a la atmósfera y las circunstancias en las que Vincent Van Gogh vivía.
En esta habitación individual, la artista quiere estimular la imaginación de los huéspedes durante su estancia en el hotel, que se enfrentan a la vida y la obra de uno de los artistas más famosos de la historia. La literatura sobre el tema tampoco falta para ampliar información, como en un museo.
El dormitorio Comic:
En esta ocasión es una habitación doble que no reproduce la habitación de un cuadro famoso sino un dormitorio de comic con paredes verde papaya, suelo amarillo, camas lila y un armario color rosa, que también llama bastante la atención.
Su principal característica es que cada rincón y cada borde se marcan con una línea fina negra dibujado a mano, tanto en el techo como en las camas y otros muebles, o en torno a un enchufe eléctrico. El resultado consigue que los huéspedes se sientan como si estuvieran en una casa de muñecas o, mejor aún, al interior de un comic. Algunos gráficos y decoraciones del artista, Kehl, completan el diseño de la habitación.
El dormitorio Wall Jumper:
Tratándose de un hotel berlinés dedicado al arte, no podían faltar las alusiones al muro de Berlín y el arte urbano a él asociado.
Desde su construcción en 1961, el Muro de Berlín ha sido sin duda uno de los símbolos de represión política más famosos del mundo. Tras la caída del muro, dos asociaciones de arte, VBK de Oriente y BBK de Occidente, decidieron invitar a artistas de todo el mundo para pintar una sección de 1,5 km. del muro que discurría a lo largo del río Spree. Este fue el primer proyecto de arte conjunto entre las dos alemanias. El proyecto, titulado East Side Gallery, se completó en 1990 con la participación de 102 artistas.
Uno de estos artistas fue Gabriel Heimler, que pintó su Mauerspringer (Wall Jumper o El saltador del muro).
Este motivo ahora también protagoniza la Sala 421 en el hotel Arte Luise, pero se ha adaptado a su tiempo y lugar actuales. El saltador es el mismo pero las dos pinturas no son iguales: Mientras que en 1989 en la Galería de la zona este del muro de Berlín saltaba de oeste a este,en un gesto simbólico de llevar la libertad (que Heimler representa con un sombrero de paja), en el hotel Luise salta «por la ventana»- saltando de la historia a la realidad del presente.
Los huéspedes del hotel se encuentran casi en una cuarta dimensión: en una habitación situada entre entonces y ahora, entre su imagen en el espejo y la realidad.
Creo que elegiría una de estas tres pero hay muchas más habitaciones, hasta 50, con decoraciones que no ponen límites a la imaginación. Si quieres ver el resto, en la web del hotel Arte Luise puedes ver todas las habitaciones en fotos y en panorama a 360º.
Quiero visitarlo cuando vaya a Berlin, es genial!
Fantastico, naturalidad, sencillez y elegancia. Gracias por comentarlo y mostrarlo.