
Básicamente, el diseño biofílico es una corriente arquitectónica cuyo objetivo es evocar elementos naturales y reconectar al ser humano con la naturaleza. Busca dar respuesta a la necesidad, inherente al ser humano, de afiliarse a la naturaleza en el entorno construido moderno.
El diseño biofílico parte de la idea de que nuestra especie ha evolucionado durante casi toda su historia en una respuesta adaptativa al mundo natural (y no en respuesta a creaciones humanas ‘artificiales’) y se sustenta en la creencia de que esta necesidad sigue y seguirá siendo un instrumento para el bienestar de las personas y su salud física y mental.
Vivimos contrarreloj, las prisas y las tareas pendientes hacen que a menudo no reconozcamos los beneficios que nos aporta la conexión con la naturaleza, y en el entorno urbano es bastante fácil perder esta conexión. Teniendo en cuenta que el hábitat natural actual en edificios y ciudades modernas, donde tiende a concentrarse la población, es en gran parte el entorno construido donde pasamos el 90% de nuestro tiempo, el diseño biofílico busca satisfacer nuestra necesidad innata de convivir con la naturaleza, crear un buen hábitat para las personas como organismos biológicos que habitan comunidades modernas.
Oliver Heath, impulsor del llamado diseño biofílico, explicaba así el peso que los elementos naturales tienen en nosotros con un simple ejemplo: “Si le pides a alguien que cierre los ojos y se imagine un espacio en el que se sienta relajado y cómodo, normalmente eligen espacios rodeados de naturaleza: con agua, hierba, árboles, montañas, un cielo azul… Siempre piensan en eso, lo que demuestra que la naturaleza nos hace sentir bien”

Hay que puntualizar que el diseño biofílico se centra en aquellos aspectos de la naturaleza que, a lo largo del tiempo evolutivo, han contribuido a nuestra salud y bienestar en la lucha de antaño para estar en forma y sobrevivir. Por eso, cualquier aparición de la naturaleza en el entorno construido NO puede denominarse diseño biofílico si no tiene relación con las tendencias innatas de nuestra especie que han mejorado nuestra condición física y supervivencia. Así, los hábitats del desierto, los de aguas profundas o especies exóticas o extintas u otros aspectos de la naturaleza, son irrelevantes como aspectos del diseño biofílico ya que ofrecen pocos beneficios sostenidos para las personas.
Otra característica distintiva del diseño biofílico es su énfasis en el entorno general y NO en un hecho único o aislado de la naturaleza.
Todos los organismos existen dentro de entornos conectados, unidos como conjuntos o ecosistemas integrados. Los hábitats compuestos por elementos desconectados y no relacionados brindan pocos beneficios a sus integrantes. Por tanto, simplemente insertar un objeto de la naturaleza en un entorno construido por el hombre, si no está relacionado con otras características del entorno, ejerce poco impacto positivo en la salud y el rendimiento de las personas que ocupan estos espacios. No solo se trata de poner una planta o una mesa de madera, sino de crear un espacio de bienestar en el que quieras trabajar, por ejemplo con zonas que potencien la creatividad y te animen a pensar y otras zonas en las que puedas relajarte, con caminos sinuosos que ayuden a unificar y recorrer de forma natural y orgánica los distintos espacios.
Se trata de crear espacios para ayudar a la gente a desarrollar sus tareas en un espacio que mejore su bienestar.
Por ejemplo una zona de reflexión donde refugiarte del ruido de la oficina se puede lograr con sillas con un respaldo alto, espacios pequeños tipo cápsula y/o espacios de lectura con asientos hacia miradores o zonas verdes. Es muy importante tener contacto con el aire fresco, bien a través de ventanas practicables o de terrazas. Oficinas con ventanales con vistas a elementos naturales como montañas, árboles, cielo… presencia de plantas o jardines verticales, sonidos (agua, canto de pájaros…), elementos estimulantes con movimiento como cascadas de agua y/o olores florales o amaderados.
También es importante la conexión biológica con los cambios estacionales, por ejemplo implantando plantas autóctonas de hoja caduca o floración estacional.
Además pueden introducirse complementos que evocan elementos de la naturaleza como piedras o alfombras de musgo, que no tienen porqué ser naturales; también los elementos artificiales consiguen evocar la naturaleza y se puede recurrir a ellos por cuestiones de mantenimiento. También se pueden usar materiales como la madera, el bambú, la lana, el mimbre o el cuero.
