
La creciente apreciación del arte y la arquitectura japonesa en Occidente se ha extendido al Ikebana. En ‘Habitaciones japonesas o Washitsu’ ya lo mencioné; ikebana es el arte de arreglo floral que, como la ceremonia del té en Japón, se realiza con gran delicadeza. También tiene sus técnicas, como otras formas de arte. De hecho, existen distintas formas tipificadas de disponer los tallos, hojas y flores, y según esto reciben distintos nombres. Después de la técnica viene la libertad para crear, y como resultado cada Ikebana es único, diferente al resto, como cada obra de arte.

Hay diferentes escuelas donde enseñan Ikebana, repartidas por Japón. Para organizar los tallos y las flores exactamente como uno quiera, hay que familiarizarse con distintas formas de atado y posicionamiento. Estas técnicas son las que los alumnos de Ikebana aprenden en las escuelas, donde aseguran que se requieren de tres a cinco años para adquirir estas habilidades técnicas y expresivas… Lo que está muy claro es que el Ikebana está repleto de la filosofía de desarrollar una cercanía con la naturaleza. Hoy te invito a conocer algo más de este interesante arte milenario, porque ¿qué mejor forma de comenzar el día que con la belleza zen procedente de Japón a través de estos preciosos arreglos florales? sin estrés 😉

Los materiales para el Ikebana son cualquier material vegetal, ramas, hojas, hierbas, musgos, y frutas, así como las flores. Las hojas secas, las vainas de semillas y los brotes valen tanto como las flores en plena floración. Si una obra se compone de un solo tipo de material, como si se compone de muchos tipos diferentes, la selección de cada elemento exige un ojo artístico.

En principio, el ikebana sugiere llevar la naturaleza a los interiores, mediante la creación de un vínculo entre el interior y el exterior. Esta es la razón por la que los arreglistas son propensos a usar varios tipos diferentes de plantas en un Ikebana, dando tanto protagonismo a las hojas y las ramas sin flores, como a las flores o a las flores en rama. Incluso cuando se utiliza un solo tipo de flor, se intenta que el resultado sea un símbolo de la naturaleza.

La esencia del Ikebana es la belleza que resulta de las combinaciones de colores, formas naturales, líneas elegantes, y el significado latente en la forma total de la estructura. Mucho más que un mero adorno floral, es un arte, en el mismo sentido que la pintura y la escultura lo son. Tiene una historia; está respaldada por teorías articuladas, y tiene que ver con la creatividad. En Japón, los arreglos florales se utilizan como decoraciones al mismo nivel que la pintura y otros objetos de arte. En los Washitsu que tienen Tokonoma, éste suele estar decorado con algún ikebana.
Decir que el ikebana es un arte no significa que no pueda hacerlo cualquier persona. Como en la pintura y la escultura, los aficionados tienen su espacio, no hay que ser Miguel Ángel para poder esculpir, aunque si que hay que dominar las técnicas fundamentales antes de pasar a la creación libre.

La especialización y el desarrollo del arte floral en Japón se atribuye al amor japonés hacia la naturaleza. En todos los países se aprecia la belleza de la naturaleza, pero en Japón «es casi una experiencia religiosa», como diría la famosa canción ;), la relación del hombre y la naturaleza en Japón es casi mística por tradición; los japoneses siempre han sentido un fuerte lazo con su entorno natural, es muy rara la casa japonesa que no tiene algún tipo de arreglo floral, puede que esa casa no exista.
La naturaleza siempre está cambiando y tiene su propio ritmo y la conciencia de esto es el primer paso en el arte del ikebana.

Como curiosidad, a saber: en el pasado, el ikebana se consideraba un buen pasatiempo para los guerreros samuráis, y todavía hoy los arreglistas de flores en Japón son hombres en su mayoría.
Muchos arreglistas sienten que el aspecto espiritual del ikebana es muy importante, que ayuda a vivir el momento, a ser paciente, y apreciar detalles en la naturaleza que previamente habían parecido insignificantes.
Algunos rasgos que el ikebana comparte con las pinturas tradicionales japonesas, los jardines y la arquitectura japonesa, son la armonía entre los materiales, el contenedor y el entorno. Además de estas características, lo que distingue estéticamente el ikebana de otros arreglos florales es su forma asimétrica, y el uso del espacio vacío como un ingrediente más en la composición.

El del sombrero de paja y el último me han vuelto loca. Tenías razón, se merecía un post aparte, gracias Ana, por mostrarnos maravillas como estas 😉
Esos dos son también mis favoritos!; gracias por la visita Raquel, si lo hubiera sabido habría preparado un poco de sushi y té sencha 😀